

Celebramos el Día del Trabajador conociendo profesiones poco convencionales o que no todos se animarían a practicar. En la mañana de K2 Radio, charlamos con un recolector de basura y con la encargada de la atención al cliente en un servicio fúnebre, entre anécdotas y experiencias sorprendentes.
Franco Laterza, con 30 años de edad hace 6 años que trabaja en la empresa Relisa, como recolector de residuos urbanos. En pleno franco laboral, antes de ir a disfrutar de un rico asado, compartió que si bien vivió muchos años en el campo y estudió en una escuela agraria, le llegó una propuesta de una madrina para trabajar en la recolección y venirse a la ciudad. “Buscaba venir a la ciudad. El sueldo y las horas en mejor. En el campo no tenes horario”, comparó a la hora de su elección.
“Hay que comprar buenas zapatillas y para colmo te duran 3 meses”, expresó sobre la clave laboral para el recorrido de 300 cuadras y evitar el frio entre trote y caminata.
Hace unos veranos junto a su compañero Juan fueron “virales” luego de que fueran filmados cantando mientras trabajaban. “Nos tomaron cariño”, recordó y se animó a cantar con nosotros al aire. Franco tiene al canto como hobby y suele hacerlo en peñas y romerías.
Además de quejarse de los vidrios rotos que son un verdadero peligro para su salud cuando los dejan sin señalizar, compartió que muchas veces reciben quejas por atascar el tránsito con el camión pero que lo hacen habitualmente para evitar los atropellos que muchas veces sufren por vehículos que pasan a alta velocidad.
Por otro lado, Mabel Moltedo, quién trabaja en la atención a clientes de Las Acacias desde la misma apertura del cementerio, compartió su particular experiencia laboral
Antes era comerciante en una regalería en Orense, en Tres Arroyos y cuando regresó a Necochea buscó trabajo y encontró una propuesta distinta. “Si me acostumbro me quedo” reveló sobre su postulación y el contacto con uno de los dueños sobre la propuesta. “El desafío me pareció interesante”.
“La muerte nos iguala a todos. Nunca tuve relación con la muerte o era un chiste”, reveló antes del trabajo y compartió que en el momento de atender a los clientes observa claramente que “se les potencia lo bueno y lo malo. Las miserias y las virtudes”.
“Yo no tengo contacto con los fallecidos, solo con los deudos, los parientes. Con algunos es fácil porque lo tienen resuelto. Para otros, sobre todo cuando son muchos, no tanto. Yo no opino más de darles las opciones. He presenciado peleas familiares, reclamos de pulseras o joyas. Pero ya no cobro la sesión de psicología”, bromeó.
“No existe el horario de trabajo en un servicio fúnebre. Si fallece alguien tenes trabajo”, ofreció como una de sus máximas.
Entre pedido extraños recordó que una persona de buen pasar económico consultó viendo los ataúdes “si esta era cómodo…”. Y sentenció que “nunca se me manifestó un fantasma” después de tantos años de trabajo.