El rapero Dillom, que generó una gran repercusión en el último Cosquín Rock con su reversión de «Sr. Cobranza» -«A Caputo en la Plaza lo tienen que matar»- estrenó a fines de abril su segundo álbum de estudio, “Por cesárea”, revolucionando la escena musical con una de las mejores producciones del año hasta el momento.

“No entiendo nada, muchas gracias”, tuiteó Dillom a poco del lanzamiento, tras el notable rebote en redes y reproducciones. Pero más allá de lo viral, lo valioso es lo artístico.

El tracklist está compuesto por 12 canciones, en dos de las cuales participan artistas como Andrés Calamaro y Lali.

Los temas son: «Últimamente», «La novia de mi amigo», «Cirugía», «Mi peor enemigo» (ft. Calamaro), «Mentiras piadosas», «La carie» (ft. Lali), «Buenos tiempos», «Muñecas», «Irreversible», «Coyote», «Reiki y Yoga», y «Ciudad de La Paz».

Dillom, de 23 años, saltó a la fama en 2018 con su canción «Drippin», que fue producida por él mismo, y su reconocimiento creció tanto que incluso tuvo una sesión con Bizarrap (la Music Session N.9). Además de su carrera como solista, Dillom también es parte de los grupos Rip Gang y Talented Broke Boys.

Su disco debut, Post Mortem, lanzado el 1 de diciembre de 2021 bajo su propio sello, Bohemian Groove, recibió grandes críticas y fue posicionado como uno de los mejores álbumes de la música urbana del año. Además, recibió tres nominaciones en los Premios Gardel 2022, incluyendo Mejor álbum de música urbana.

Lo hecho por Dylan León Masa -tal es su nombre real- vuelve a ser conceptual. Al igual que en su notable debut Post Mortem (2021) -especie de álbum póstumo en vida, provocado por la ansiedad que le generaba al autor morirse antes de que su obra vea la luz-, tuvo antes el concepto que las canciones. “Primero escribimos el guión y después empezamos a desarrollar los temas de a poco”, le confió Dillom a Teleshow en una conversación informal ocurrida semanas antes del lanzamiento, en una escucha privada realizada en los Estudios Panda, lugar en el que se grabaron todas las baterías de este nuevo disco, que, sin temor a la exageración, es una de las mejores obras musicales argentinas paridas en este siglo XXI.

Así, la música tuvo un tratamiento de película y la premisa fue contar una historia de principio a fin, con temas sonando en continuado, con el audio y la atmósfera como hilo conductor. De hecho, reforzando esta idea, el álbum no contó con ningún single de adelanto, algo muy habitual en la industria, sino que fue tirado a la parrilla todo de una. Una decisión inteligente de su sello y hogar independiente Bohemian Groove.

Ahora en «Por Cesárea», el aporte de los invitados es clave porque se nota que no son colaboraciones forzadas para mimar al algoritmo, sino que los artistas se entregaron al universo Dillom bajo sus propias reglas. “La vida es una pij… y me está recogiendo”, se lamenta el artista en “Mi peor enemigo”, donde aparece desde la ultratumba un Calamaro deep camboya -su etapa inmediatamente posterior al tour de force que supuso su célebre disco quíntuple El Salmón– para recordarle que “la vida pasa rápido, rápido”. Y Lali, en un registro hasta hoy desconocido, se apropia de una estrofa de “Plegaria desvelada” (María Elena Walsh) y se pone en piel de meretriz para guiar el flow espacial y percusivo (otra vez Kanye haciendo de las suyas) de “La carie”. “Le prometí a mi papá que iba a ser el mejor, pero ya no quiero ser el mejor, quiero ser el peor”, dice él en este tema, queriendo escaparle a su destino…