Charlando del fútbol en Necochea podemos discutir muchas cosas pero seguro coincidiremos en que no hay futbolista que se precie que no haya jugado al menos una vez en las canchas del Complejo de Jorge Poulsen. El ignaro podría pensar que llevan ese nombre en honor a un histórico jugador local de otra época, pero no. Jorge Poulsen es un apasionado del fútbol que obligado a dejar la práctica por un grave accidente siguió en el mundo de la pelota como organizador de torneos amateurs. El desafío ya lleva 30 años, moviendo en su predio cientos de jugadores que cada fin de semana van para despuntar el vicio del “picadito”. Su complejo rompió las fronteras del distrito, siendo reconocido a nivel nacional, con la visita de equipos profesionales de AFA y una hospitalidad que elogiaron desde Roberto Trotta, Ricardo Zielinski y hasta el “Turu” José Flores.
“Traté de brindarle al jugador lo que me hubiese gustado tener a mí como jugador. Por sobre todas las cosas, respeto y que fuera un lugar de encuentro y diversión. Durante la semana trabajo para lograr que el jugador que va la pase lo mejor posible”. Así define su trabajo Poulsen y de alguna manera también la base de su éxito. No es el único torneo de fútbol amateur de la ciudad, pero goza de un prestigio ganado con los años.
Jugador frustrado
“El fútbol siempre fue algo que me apasionó”, suelta para entender por qué se embarcó en este camino. Desde que jugaba encuentros intercolegiales con 12 o 13 años empujado por su abuelo, o cuando reunido frente a sus hermanas simulaba relatar partidos del Racing Club de Avellaneda, el club de sus amores. Pero esta profesión de organizador derivada del fútbol no estaba en sus planes. “Soy apicultor, trabaje 20 años en la Apícola Brüel, he hecho de todo en la vida, de mozo, vendedor de diarios, de todo un poco. Me gustó siempre ganarme el mango trabajando”.
Se retiró joven de las canchas por un grave accidente de tránsito en el mismísimo Puente Colgante que lo dejó postrado mucho tiempo. Pero la posibilidad de organizar torneos llegó de casualidad, allá por 1994, impulsado por un gran amigo y compañero de trabajo, Víctor Jurado. “En la avícola jugábamos al fútbol entre todos los empleados. En un momento Víctor aparece como a las 11 y pico de la noche a mi casa diciéndome que había que formar un equipo porque en Luz y Fuerza se había hecho un torneo corto y faltó un equipo a último momento. Así que de un día para otro hubo que armar un equipo y realmente estuvo muy linda la jornada. En ese momento le propuse a los dirigentes de Luz y Fuerza de por qué no armaban un torneo más largo. Y así se armó y esos fueron los comienzos. Sinceramente jamás me había hecho la idea de organizar fútbol”. En marzo de 2024 se cumplirán 30 años de aquel momento iniciático.
El complejo
El torneo fue creciendo hasta abarcar divisiones y categorías, entre veteranos y libres. Un punto de inflexión fue poder tener una “casa propia” para los partidos. “Eso se lo agradezco a la familia Gopar, en especial a Luis Gopar”, advirtió. “Esa persona me insistía con que tenía un lugar (un terreno) como para mí. Y en ese momento, por el año 98, yo estaba haciendo los torneos en la Quinta Danesa. Y lo iba posponiendo. En los comienzos yo hacía de alcanza a pelota, de planillero, de todo un poco y no me hacía tiempo o me olvidaba (de ir a ver el lugar). Un domingo, cuando se jugaba una final a las tres de la tarde, yo estaba a las 10 de la mañana para marcar la cancha y cortar el pasto”. Ese nuevo lugar es donde hoy está emplazado el complejo, entre calles 83 y 112. “Luis me dio todas las oportunidades como para que yo lo pudiese comprar. Si bien, en principio, él arrancó alquilándomelo, pero después me dio todas las posibilidades para que me quede en el mejor lugar. Eso se concretó en el año 2000”, destacó Jorge.
Visitantes ilustres y amigos
Roberto Clérico
Pero la pasión futbolera de Jorge no es sólo mediática, con las caras reconocidas por la tele. Y una historia, que nace en su adolescencia, lo pinta de cuerpo entero, en un encuentro con el jugador local Roberto Clérico, de paso por Rivadavia e Independiente de San Cayetano en la Liga Necochea, y padre del Roberto Clérico que jugara en Mataderos y en River Plate. Cuando Jorge tenía 15 años, faltó al trabajo para ver un partido de pretemporada que River Plate jugaba en nuestra ciudad contra Rivadavia, a fines de los años 70. “Para mi ver a un equipo profesional era tocar el cielo con las manos. Me costó el trabajo, pero fui a ver el partido. Cuando todo el mundo le pedía fotos a Alonso y otras figuras, para mí, dentro de lo que había visto, lejos, la figura había sido Roberto Clérico (padre) y fui a pedirle un autógrafo. Como perdieron, no estaban de humor, y como soy un poco cabeza dura, me paré al lado del vestuario viejo de la cancha de Rivadavia a esperar que saliera. Le insistí. ‘No lo tomes a mal, pero para mi usted fue la figura de la cancha’, le dije. Y finalmente me firmó un papelito que yo tenía. Pasaron muchos años después, muchos, veintipico. Y me lo encuentro nuevamente (a Clérico) en el Emporio de la Fruta, comprando. Yo dudaba si era o no. Cuando me dijo que si, me fui hasta el auto, agarré la billetera y le mostré que tenía aun el papel con su firma… se emocionó mucho y nos dimos un abrazo”.
"Yo hice un reglamento de acuerdo a lo que a mí me hubiese gustado tener como jugador”
A reglamento
En la búsqueda de evitar la violencia, apeló a la tolerancia de todos: “Siempre los árbitros se van a ir con críticas de la gente o algún jugador. Pasó siempre. Uno trata de que pase lo menos posible. Lo mejor es poder tener a la familia en la cancha, que puedas ir con tu hijo, hija, la esposa. Pienso que el jugador que dejó de jugar en la Liga, disfrute. Intento que todos la pasen bien”.
"Siento que los reencontré, reencontré a aquella gente que quedó afuera de las canchas de fútbol de la Liga"
Proyectos e historias
A la hora de mirar hacia adelante, abrazó al fútbol como toda su vida. “Yo no tuve la posibilidad de elegir, de decir voy a estudiar, por temas económicos, no tuve esa posibilidad. A veces, pienso me hubiese gustado. De todos modos, la paso muy bien dentro del fútbol, indirectamente estoy en lo que me gusta”. Y respecto del complejo, compartió que “me estarían haciendo falta dos buenos vestuarios”, además de “más juegos para los chicos. Pero me ha quedado un poquito chico el lugar. Uno trata de que la pasen lo mejor posible. A veces cuando estoy solo en el lugar me digo que arranqué de la nada, con mucho sacrificio. Y digo ‘Dios, sin vos no hubiese podido".
“Hoy tengo la posibilidad de disfrutar de que jueguen padre e hijo, tanto al padre que en su momento era joven, sigue jugando en veteranos y el hijo a su vez en el (futbol) libre. Eso se disfruta y mucho. Disfruto los torneos de veteranos, escucharlos hablar mientras vas caminando alrededor de la cancha, diciendo “uh, te acordás del partido tal, del vestuario en San Cayetano o Lobería”, esas historias que tienen latentes. Siento que los reencontré, reencontré a aquella gente que quedó afuera de las canchas de fútbol de la Liga”.
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